25 de febrero de 1896, Lakhausen (Imperio Alemán) – 24 de septiembre de 1978, Bad Neuenahr-Ahrweiler (Alemania Occidental).
De soltera Ida Tacke, fue una de las primeras alemanas que estudió química en la Universidad Técnica de Chartottenburg en Berlín, en la que se licenció en 1919. Se doctoró en 1921, presentando un trabajo de química orgánica sobre “Anhídridos de ácidos grasos alifáticos superiores”. Posteriormente trabajó para las compañías AEG (1921-23) y Siemens & Halske (1924-25), siendo la primera mujer que trabajaba en la industria alemana.
En 1925, dio un giro a su carrera para dedicarse a la ciencia, y empezó a trabajar en el laboratorio del Instituto Imperial de Física Técnica, que dirigía el también químico, Walter Noddack, con el que se casó en 1926, adoptando el apellido Noddack.
Un año antes, y junto al experto en rayos X, Otto Berg, identificaron el elemento 75, bautizándolo como “Rhenium”, de Rhenus, nombre latino del río Rin. Se trata de un metal rarísimo en la naturaleza (1 gramo por cada 660 kilos de molibdeno), siendo el último elemento de la tabla en hallarse en su forma natural. Sus principales yacimientos se encuentran hoy en Chile y Kazajistán. Por este descubrimiento, el matrimonio recibió en 1931 la Medalla Liebid de la Sociedad Química Alemana.
Al mismo tiempo, Tacke y Noddack identificaron otro elemento de la tabla periódica, el número 43, al que llamaron “Masurium”, en honor a la victoria alemana sobre los rusos en los Lagos Masurianos. Al no poder determinarlo en sucesivos experimentos, el hallazgo quedó sin confirmar hasta que en 1937 lo consiguieron los italianos Carlo Perrier y Emilio Segré, quienes llamaron al elemento “tecnecio”.
El descubrimiento de estos dos elementos, el 43 y el 75, llenaban los huecos dejados por el ruso Dmitri Mendeleyév, donde creía que “elementos desconocidos encontrarían su lugar”, cuando propuso la Tabla Periódica de los Elementos Químicos en 1871.
En 1934 se publicó, en la revista Nature, un trabajo de Enrico Fermi, según el cual “el bombardeo de átomos de uranio con neutrones producía una sustancia radiactiva”, pero el matrimonio publicó otro artículo en la revista Magazine para uso en química, con otra hipótesis, en contra de lo afirmado por Fermi, en la cual “el uranio al recibir los neutrones podría descomponerse en fragmentos grandes que serían isótopos de elementos conocidos, pero no vecinos del elemento irradiado”. Ésta fue la primera predicción de lo que posteriormente se llamaría fisión nuclear, pero se ignoró porque implicaba un gran alejamiento de las opiniones aceptadas de la física nuclear y no estaba respaldado por ninguna teoría que lo explicara. Años más tarde, en 1939, las investigaciones de Otto Hahn, Fritz Strassmann y Lise Meitner darían la razón a Tacke-Noddack, por lo que es innegable que la idea de la fisión nuclear fue suya.
En el mismo artículo, planteaban otra hipótesis, que también fue ignorada, afirmando que el sistema periódico podría proporcionar nuevos descubrimientos más allá de los elementos químicos, con más información sobre la estructura de la materia; en concreto, sobre un posible sistema de clasificación basado en una tabla de isótopos y no solo de elementos. Según su hipótesis, el núcleo forma capas con números atómicos crecientes, similar a la configuración electrónica. La investigación tendría que centrarse en los núcleos de cada isótopo individual y no sólo en los electrones de los elementos.
En 1935, el matrimonio se trasladó al Instituto Físico-Químico de la Universidad de Friburgo (Alemania), donde trabajó como investigadora asociada, hasta 1941, cuando se trasladaron a la Universidad francesa de Estrasburgo, ciudad ocupada entonces por Alemania. Cuando esta ciudad regresó al control francés en 1944, regresaron a Alemania y tras el final de la Segunda Guerra Mundial se instalaron varios años en Turquía.
En 1956, volvieron a su país para trabajar en el Instituto Estatal de Investigación Geoquímica de Bamberg. Tras quedar viuda, el 7 de diciembre de 1960, permaneció en Bamberg hasta 1968, edad en la que se retiró.
Además de la Medalla Liebig, obtuvo la Medalla Scheel de la Sociedad Química Sueca (1934), el doctorado “honoris causa” por la Universidad de Hamburgo y la Cruz del Mérito de la República Federal Alemana (ambos en 1966). Junto a su marido, estuvo nominada tres veces al Premio Nobel de Química (1933, 1935 y 1937).
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