No te pierdas:
Paul Émile Lecoq de Boisbaudran descubre, mediante espectroscopia, el galio (Ga), el elemento número 31 de la tabla periódica, al examinar una blenda de zinc y aparecer dos líneas ultravioletas, una característica espectral de este elemeto. Ese mismo año, lo aisló por electrólisis del hidróxido en una solución de hidróxido potásico (KOH) y le dio el nombre de su país natal Gallia aunque su existencia había sido pronosticada en 1871 por Mendeleev, quien lo llamó eka-aluminio.
El galio, un metal blando, grisáceo en estado líquido que adquiere una tonalidad plateada cuando se solidifica, se utiliza para la construcción de circuitos integrados y en la fabricación de espejos, vidrio y cerámicos. Como curiosidad, el galio se funde a temperaturas cercanas a la del ambiente e incluso, en ocasiones cuando se sostiene en la mano por debajo de su punto de fusión (28,56°C).
En un artículo publicado dos años después en Annales de Chimie, Lecoq de Boisbaudran señaló que su investigación había comenzado en realidad 15 años antes, aunque carecía de recursos para llevarla a cabo.
En 1879, fue galardonado con la medalla Davy de la Royal Society por su descubrimiento.
Lecoq descubrió posteriormente, utilizando el mismo procedimiento, el samario (1880) y el disprosio (1886).