Los océanos generan gran parte del aire que se respira, absorben gases de efecto invernadero, son el sustento económico de millones de personas y, además, son fundamentales para los sistemas meteorológicos y climáticos del planeta y para el ciclo del carbono. Por este motivo, la profunda alteración de la composición química de los mismos debido a las actividades humanas se ha convertido en un gran problema. Desde finales de 1980, el 95% de las aguas superficiales a mar abierto se han vuelto más ácidas por haber absorbido una considerable cantidad de dióxido de carbono (CO2) que se ha incrementado hasta alcanzar un volumen un 50% superior al que existía antes de la revolución industrial.
¿Qué es la acidificación?
El pH es un valor que representa el grado de acidez o alcalinidad de una solución líquida. Para ello, indica la concentración de iones de hidrógeno (H+) y de hidroxilo (OH-) en una escala de 0 a 14.
El agua puera tiene un pH = 7 y es neutra, es decir, no es ni ácida ni alcalina ya que tiene concentraciones idénticas de H+ y OH-. Las soluciones con un pH < 7, son ácidas y las que tienen pH > 7, son alcalinas.
Se trata de una escala logarítmica en la que la acidez aumenta 10 veces con cada disminución de una unidad de pH. Pongamos un ejemplo, una solución con un pH = 3 tiene una acidez 10 veces mayor que una solución con un pH = 4 y, si todavía no te haces una idea, echa un vistazo a la siguiente imagen:
Fuente: OIEA
El océano es ligeramente alcalino y, antes de la revolucion industrial, su pH promedio era de 8,2. En la actualidad, esa cifra está en 8,1. No parece mucha la diferencia, no obstante, esto se traduce en que hoy los océanos son un 30% más ácidos que en aquella época. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), a finales del siglo XXI, el pH de los ocános estará alrededor del 7,8, es decir, un 150% más ácido.
¿Cuáles serán las consecuencias?
La acidificación disminuye la concentración de iones de carbonato (CO32-), un compuesto que algunos organismos, como las ostras, los cangrejos, los erizos de mar, las langostas y los corales, necesitan para conformar y regenerar sus conchas y esqueletos, que además se desgastan más fácilmente a medida que el pH disminuye.
Asimismo, dado que los organismos marinos invierten energía en hacer frente a un medio más ácido, es posible que no dispongan de suficiente energía para procesos fisiológicos, como la reproducción y el crecimiento, lo que afecta las cadenas alimentarias y el equilibrio de los ecosistemas.
Asimismo, el OIEA creó, en 2012, el Ocean Acidification International Coordination Centre (OA-ICC) que realiza labores científicas, formativas y divulgativas sobre el estado y los patrones de la acidificación de los océanos. Un año más tarde, el centro apoyó el lanzamiento de la Global Ocean Acidification Observing Network (GOA-ON), formada por nueve centros regionales, que ofrece un portal con datos en tiempo real de los centros que se dedican a estudiar este fenómeno.
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