Nació en Denver, Colorado, el 23 de junio de 1915.
Siempre tuvo claro que quería dedicarse a la física y realizó sus estudios, en la Universidad de Chicago, en un tiempo récord: se licenció en Ciencias en 1937, a los 22 años, y realizó un máster en Ciencias en 1938.
En esa Universidad conoció al que sería su marido y compañero de investigación, David Hall. Se casaron en 1939 y tuvieron dos hijos, Malcolm y Linda.
En 1942, ambos se doctoraron en física simultáneamente, siendo la primera vez que esto ocurría en dicha Universidad.
Ella fue una de las 461 mujeres en obtener, ese año, un doctorado en los Estados Unidos y la única mujer en conseguir uno en física en la Universidad de Chicago. Mientras concluían sus estudios doctorales, trabajaron como asistentes graduados en el departamento de física de la Universidad de Denver. Resulta anecdótico que los Hall, enseñaran allí a un estudiante llamado Harold Agnew, quien luego llegaría a ser director de Los Álamos en 1970.
Una vez recibidos los títulos, empezaron a trabajar en el Laboratorio Metalúrgico de Chicago. Pero la Segunda Guerra Mundial ya estaba bullendo y la pareja se mudó para convertirse en parte del Proyecto Manhattan, donde el reglamento les impedía trabajar juntos en los mismos grupos, así que mientras David trabajó en el diseño de reactores nucleares, Hall fue asignada al grupo de Física de la Salud de Herbert Parker, donde pronto se convirtió en jefe de su sección de Estudios Especiales. Parker le pidió que investigara los aspectos de seguridad de los reactores, y ella investigó los peligros de inhalar plutonio.
En 1945, Enrico Fermi contrató a Jane Hall como físico asociado y asistente de sí mismo como director del laboratorio Nacional de Argonne.
En octubre de 1945, el matrimonio aceptó trasladarse al Laboratorio de Los Álamos, en Nuevo México, para encargarse de supervisar la construcción y puesta en marcha del reactor nuclear Clementine, primer reactor rápido del mundo, y también el primero en utilizar plutonio como combustible y mercurio líquido como refrigerante. Este reactor entró en criticidad en 1946 y estuvo utilizándose para experimentos científicos hasta que se desmanteló siete años después. En 1958, se convirtió en directora asociada de este Laboratorio, abandonando el mismo en 1970.
Ese mismo año, 1958, fue la delegada estadounidense en la Conferencia de “Átomos para la Paz” celebrada en Ginebra.
Nunca perdió su entusiasmo. Su capacidad científica y sus cualidades la hacían inigualable. Además, le gustaba trabajar en equipo y se llevaba muy bien con sus compañeros. Por todo ello, en 1966, el presidente de Estados Unidos, Lyndon Johnson, la invitó a formar parte del Comité Asesor General (GAC General Advisory Committee) de la Comisión de Energía Atómica (AEC), organización que ya conocía porque había sido secretaria durante varios años. Así, se convirtió en la primera mujer nombrada para pertenecer a este Comité. Como miembro destacado, ella se encargó de la seguridad nuclear. Su trabajo fue brillante.
También fue miembro del comité asesor de AEC sobre materiales nucleares y salvaguardas de 1967 a 1972. En octubre de ese año, 1972, el presidente de la AEC, le concedió la mención de honor y la medalla de oro de la Comisión.
En 1971, cuando ya se había retirado del laboratorio de Los Álamos, un artículo suyo apareció en la revista para mujeres Ladies Home Journal. Fue sorprendente que en esa publicación se mencionara la labor de una científica y que se especificara que era una de las “75 mujeres más importantes” del país, pero más sorprendente fue que su artículo estuviera rodeado por dos noticias, a cada cual más dispar: una hablaba de “cómo mantener a tu marido” y la otra daba consejos sobre “cómo usar pantalones”.
Pero el trabajo de esta física no dejó indiferente a nadie y se convirtió en un gran modelo a seguir.
Murió en 1981, a los 66 años, en la ciudad estadounidense de Santa Fe, en Nuevo México.