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Se considera el edificio más característico de una central nuclear y alberga el reactor y todos los elementos que contengan material radiactivo. En algunos casos, por motivos de seguridad, la zona de manipulación del combustible también se encuentra en este edificio para evitar posibles radiaciones al exterior.

Es una estructura hermética de hormigón armado o pretensado, que, por norma general, suele tener forma esférica o cilíndrica rematada en cúpula semiesférica, cuyas paredes interiores van recubiertas de chapas de acero soldadas que aseguran la estanqueidad. Su arquitectura está diseñada para soportar, tanto el propio peso, como cargas accidentales como podrían ser terremotos u otros fenómenos naturales o escapes de gases radiactivos que alcancen presiones de entre 60 a 200 psi (4 a casi 14 atmósferas).




Su misión principal es aislar y proteger el exterior de la emisión de la radiación derivada del funcionamiento del reactor o, en caso de que se produjese, de la consecuencia de un accidente. Durante el funcionamiento normal, está sellado y el acceso, por tiempo limitado, se realiza a través de compuertas similares a las usadas en los buques.
El edificio de contención es la tercera barrera, siendo la primera la propia vaina o barra en la que se encierran las pastillas de combustible y la segunda la vasija y conjunto de tuberías que forman una barrera de presión (o circuito primario) de refrigerante del reactor.