Partículas cósmicas para hallar pasadizos en las pirámides de Egipto

22/01/2016
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 Egipto busca resolver sus grandes misterios con una emulsión receptora de muones 

«Que un misterio haya durado más de 4.500 años no significa que no pueda ser resuelto». Las pirámides egipcias, una de las más antiguas maravillas del mundo, continúan encerrando secretos en su interior que podrían ser desvelados en 2016, «El año de las pirámides», según señala el ministro de Antigüedades, Mamdouh El Damaty. Y para resolver tan antiguo misterio, Egipto ha apostado por las más modernas tecnologías, como las radiografías con muones, pequeñas «partículas cósmicas» utilizadas en Japón para ver el interior de volcanes activos.

Así, Egipto, con colaboración del Instituto para el Patrimonio, la Innovación y la Preservación (HIP) parisino, espera desvelar las entrañas, cámaras ocultas y corredores secretos, de sus principales pirámides como la de Kufru, donde las últimas termografías infrarrojas han detectado varias «anomalías»: zonas con una diferencia de temperatura muy localizada de entre 3 y 6 grados a las que los científicos todavía no han encontrado explicación.

Durante el pasado mes, Kushihiro Murishima y su equipo egipcio-nipón, ataviados de riguroso blanco, guantes, gafas y mascarillas, colocaron más de 130 láminas con una emulsión receptora de muones en esos «puntos de interés» encontrados por las cámaras térmicas en la cara norte y este de la pirámide de Kufru, así como en la pirámide de Bent.

La intención, señala Mehdi Tayoubi, presidente del HIP, es «complementar las tecnologías no invasivas» para desvelar «los secretos» de las pirámides: «Estamos usando unas de las partículas más pequeñas para entender uno de los mayores misterios de la humanidad».

Tras varias semanas, Murishima recogió las láminas y, en una operación casi alquímica, «ha revelado» las imágenes que los muones han impreso en ellas, en un proceso similar al que siguen las radiografías. Una vez reveladas y secadas, las finas láminas grises muestran al microscopio diminutas manchas negras de diversa intensidad y siguiendo distintos patrones. Murishima señala una zona más oscura y Tayoubi traduce: «Depende de la cantidad de muones recibidos. Si cruzan a través de un vacío, habría más muones. Si hubieran atravesado roca, los muones habrían desaparecido en el camino».

«Tenemos todos los datos recogidos», concluye Tayoubi. Ahora es turno de la tecnología japonesa hacerlos visibles».