Como aprovechar las tierras salinas para producir biomasa sostenible

01/03/2017
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Miembros del Grupo de Agroenergética de la Universidad Politécnica de Madrid (GA-UPM) (España) han ideado una metodología que permite identificar tierras marginales donde se pueden cultivar especies de plantas tolerantes a la salinidad con fines de bioenergía. El estudio se ha publicado en la revista GCB Bioenergy en el marco del proyecto europeo OPTIMA.

Según los resultados, considerando la cantidad de tierras agrícolas marginalizadas por la salinidad donde el cultivo de caña común sería sostenible en nuestro país, se podría producir anualmente una cantidad de biomasa equivalente a la electricidad consumida por cerca de 1 millón de habitantes al año.

En el área de la bioenergía, es decir, de la producción de energía renovable a partir de la biomasa, la Unión Europea (UE) está llevando a cabo medidas regulatorias para limitar la utilización de cultivos agroalimentarios y el cambio del uso de la tierra que conlleva pasar de producción agroalimentaria a producción de bioenergía. Sin embargo, a la vez, la UE está impulsando la producción de biocombustibles sostenibles a partir de biomasas lignocelulósicas.

Por ejemplo, en los últimos años ha estado apoyando la investigación sobre cultivos energéticos específicos de naturaleza lignocelulósica, como la caña común o el panizo de la pradera, y sobre su producción de biomasa cuando se cultivan en tierras marginales -o marginalizadas- de la producción agraria. En este sentido, uno de los factores que más influyen para la consideración de tierra marginal es la salinidad, por cuanto que limita el crecimiento vegetal. El grado en que las plantas resultan afectadas depende mucho de la especie vegetal que se trate y del nivel de salinidad.

Como señala Dolores Curt, investigadora del grupo GA-UPM, “la salinidad en el suelo o en el riego es un limitante para muchos cultivos agrícolas, pero puede ser una oportunidad para producir biomasa que no compita con el sector agroalimentario y así mejorar su sostenibilidad. La caña común es un cultivo energético tolerante a la salinidad y apoyado por la Unión Europea. Por todo ello, es importante conocer dónde se podría promover y lo que representaría su producción”.

 

El interés de la caña común (Arundo donax) reside en que reúne las características siguientes: planta herbácea perenne, adaptada a condiciones edafoclimáticas muy diversas, gran rusticidad, alta productividad en condiciones hídricas no limitantes, cosecha anual de biomasa lignocelulósica y, como se ha visto, tolerancia a la salinidad. Para saber hasta qué punto podría promoverse su cultivo en zonas salinas habría que hacer una gran red de ensayos, o bien desarrollar una metodología que permitiera hacer esa estimación a partir de la mejor información disponible.

Con este objetivo, los investigadores del GA-UPM han desarrollado la metodología específica para estimar la producción de biomasa que podría suponer la utilización de tierras marginales salinas y tierras marginalizadas con posibilidad de riego con aguas salinas, para la producción de biomasa con la caña común.

La metodología está basada en información georeferenciada y en funciones empíricas de respuesta del rendimiento de la caña común a la salinidad y a la disponibilidad de agua; tiene en cuenta criterios de sostenibilidad, niveles variables de salinidad que se encuentran en el territorio y en el agua de riego, y dotación permitida de agua de riego por cuenca hidrográfica.

Según este trabajo, en la España peninsular existen cerca de 34.500 hectáreas de tierras agrícolas marginalizadas por la salinidad donde el cultivo de caña común sería sostenible, con una producción potencial de biomasa de 597.400 toneladas de materia seca anuales.

Esto equivaldría aproximadamente a 10,5 millones de gigajulios (GJ) al año de energía primaria, lo que equivaldría a la electricidad consumida por cerca de 1 millón de habitantes al año (asumiendo un consumo de electricidad de 730 kWh/habitante/año y un rendimiento eléctrico de 25%). En opinión de Javier Sánchez, autor principal del trabajo, “esta metodología se ha aplicado al caso de la España peninsular pero también podría emplearse en otras áreas mediterráneas con información geográfica disponible”.