21 de septiembre de 1996 - Fallecía Erika Cremer, incansable en sus investigaciones sobre la cromatografía de gases

Nació en una familia de científicos y profesores universitarios, su padre era profesor de fisiología e inventor del electrodo de vidrio.

Se matriculó en la Universidad de Berlín para estudiar química y pudo asistir a conferencias de Fritz Haber, Walther Nernst, Max Planck, Max von Laue y Albert Eisntein. Recibió su doctorado magna cum laude en 1927, bajo la supervisión de Max Bodenstein (el primero en postular un mecanismo de reacción en cadena).

Pudo publicar un artículo sobre su tesis que versaba sobre la cinética de la reacción hidrógeno-cloro, sólo porque concluía que dicha reacción era en cadena, lo que todavía se consideraba un concepto muy nuevo para ese momento.

Permaneció en Alemania para trabajar en el Instituto Kaiser Wilhelm de Química, en el departamento de electroquímica con Karl Friedrich Bonhoeffer para analizar los problemas teóricos cuánticos de la fotoquímica y después trabajó con Michael Polanyi en el Instituto Haber, donde investigaron la conversión de hidrógeno y orto-hidrógeno en un estado de espín en para-hidrógeno.

En 1933, el partido nazi llega al poder en Alemania y el instituto se disuelve por su reputación antinazi. Después de eso, Erika no pudo encontrar trabajo ni continuar la investigación.

En 1937, regresa al Instituto Kaiser Wilhelm de Química para colaborar con Otto Hahn en estudiar trazas de compuestos radiactivos. Poco después cambió de laboratorio para concentrarse en la separación de isótopos.

En 1938, la Universidad de Berlín le otorga la calificación que daría lugar a ocupar un puesto de profesora, sin embargo, el gobierno nazi de la época había aprobado una ley sobre la situación jurídica de las funcionarias públicas que prohibía a las mujeres ocupar puestos de responsabilidad como las cátedras y exigía a las mujeres a que renunciaran una vez casadas. Por ello, muchas científicas y académicas quedaron desempleadas o limitadas en su futuro profesional.

En 1940, después de que comenzara la Segunda Guerra Mundial, se reclutaron científicos y profesores varones que generó que Erika pudiese obtener un puesto como docente en la Universidad de Innsbruck (Austria). No obstante, era temporal porque una vez que la guerra hubiese terminado y los hombres volviesen a casa, ella debería dejar su trabajo.

En Innsbruck investigó la hidrogenación del acetileno, pero tuvo problemas para separar dos gases con calores de adsorción similares utilizando los métodos que se conocían. Su misma universidad estaba realizando una investigación sobre la cromatografía de absorción líquida y eso le dio una idea para idear otro método de separación de gases en el que se usase un gas portador inerte como fase móvil. Con este propósito, desarrolló relaciones y ecuaciones matemáticas e instrumentación para el primer cromatógrafo de gases.

En 1944, intentó publicar un artículo sobre sus descubrimientos, pero la imprenta fue destruida durante un bombardeo aéreo y no se pudo hacer hasta 32 años después, en 1976, momento en el que se consideró un documento histórico.

Ese mismo año, 1944, las instalaciones de la universidad sufrieron graves daños también en un bombardeo aéreo y al finalizar la guerra, Erika como ciudadana alemana, no se le permitió utilizar las pocas instalaciones que quedaban. Fritz Prior era uno de sus estudiantes y también un profesor de química en la escuela secundaria que eligió la idea del cromatógrafo de gases de Cremer para su disertación. Por ello, hasta que las instalaciones de la universidad volvieran a estar operativas, Cremer y Fritz colaboraron en el laboratorio de la escuela de secundaria para continuar con sus estudios.

Cuando la universidad reabrió parcialmente, Erika todavía no podía acudir por su ciudadanía por lo que visitaba secretamente la universidad en un camión de reparto y poder avanzar con sus investigaciones.

En 1945, pudo regresar a la universidad legalmente y Fritz y ella pudieron completar un método para mediciones y análisis cualitativo y cuantitativo muy novedosos en 1947. Éste se completó con una tesis de otro de sus estudiantes, Roland Müller, sobre las posibilidades analíticas del cromatógrafo de gases.

Erika Cremer fue nombrada profesora y directora del Instituto de Química de Innsbruck en 1951.

Presentó sus descubrimientos y los de sus estudiantes en varios artículos y reuniones científicas pero la comunidad respondió de forma negativa, creían que los métodos utilizados hasta ahora eran suficientes.

En 1952, Martin y su socio Richard Laurence Millington Synge ganaron el Premio Nobel de cromatografía de partición, que a menudo se acredita por introducir el uso del gas como fase móvil (idea de Erika Cremer).

Se cree que no se tuvieron en cuenta los trabajos de Cremer debido a que no expuso sus ideas ni a las personas ni en los lugares adecuados. Los científicos austriacos no estaban centrados en los gases por ello sus propuestas no tuvieron mucho interés y la comunicación entre científicos después de la guerra era bastante deficiente.

Cremer y sus estudiantes acuñaron el concepto "tiempo de retención relativo" y cómo calcular el área del pico multiplicando la altura del pico por el ancho del pico a la mitad de la altura en la cromatografía de gases. Además, demostraron la relación entre la medición y la temperatura de la columna y también inventaron el análisis del espacio de cabeza.

Si quieres saber más sobre esta científica, haz clic en el siguiente enlace: Erika Cremer

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