La energía nuclear, un aliado para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero

La atmósfera es esencial para la vida en la Tierra por muchas razones, en particular, por su contenido en oxígeno. Contiene, igualmente, un gran número de otros gases y productos químicos, algunos como resultado de la actividad humana. Hoy en día está comprobado que las emisiones de determinados gases a la atmósfera tienen un impacto importante y negativo en el medio ambiente.

Se denomina efecto invernadero al sobrecalentamiento de la superficie terrestre por el incremento de la cantidad de energía solar que es atrapada en la atmósfera, debido a determinados gases cuya presencia y proporción han sido modificadas por la actividad humana. Los gases de efecto invernadero más importantes son:

  • Dióxido de carbono (CO2
  • Metano (CH4)
  • Clorofluorocarbonos (CFC)
  • Óxidos de nitrogeno (NOX)
  • Hexafluoruro de azufre (SF6)

Los porcentajes de influencia de estos gases en el efecto invernadero son en el siguiente orden: 55% para el CO2, 24% para los CFC, 15% para el CH4 , y el 6% para los NOX.

Los combustibles fósiles además del CO2, producen una serie de contaminantes tóxicos dependiendo del tipo de combustible y de la tecnología usada para su combustión: NOX, SO2, impurezas orgánicas y elementos radiactivos o metales pesados (como el mercurio).

Asimismo, el uso masivo de los coches, la calefacción, y el excesivo consumo eléctrico son responsables de la emisión de CO2 a la atmósfera. Cada familia puede llegar a producir hasta 5 toneladas de C02 cada año.

Ciertos gases causan la reducción de la capa de ozono situada en niveles altos de la atmósfera, lo que limita la absorción de la radiación ultravioleta. Esta absorción es fundamental para la vida en nuestro planeta, por lo que los gases que producen este efecto negativo deben ser controlados.

Fuente: William Trujillo

Consecuencias de estas emisiones

El calentamiento global no tiene precedentes en los últimos 10.000 años. La mayor parte se viene observando a lo largo de la última mitad del siglo XX y es atribuido al aumento de la concentración de los gases de efecto invernadero, fundamentalmente del CO2, proviniente de la utilización del petróleo, del gas y del carbón.

Una central térmica de carbón de 1.000 MWe puede lanzar anualmente a la atmósfera de 44.000 toneladas de SO2 y 22.000 toneladas de NOx, así como 320.000 toneladas de cenizas que contienen hasta 400 toneladas de metales pesados.

Los NOx juegan un papel importante en la destrucción de la capa de ozono y en la aparición de lluvia ácida además de contribuir al efecto invernadero. El S02 es el causante de la lluvia ácida. La sustitución del uso de los combustibles fósiles reduciría su generación a la mitad.

Las consecuencias a corto plazo si no se toman medidas urgentes serán:

  • Cambio de las variables climáticas: incremento de la temperatura global media, disminución de la capa de nieve, subida del nivel del mar, aumento de las precipitaciones, etc.
  • Procesos migratorios humanos.
  • Aumento del número de tormentas y su intensidad.
  • Incendios forestales.
  • Mayor presencia de inundaciones y riadas.
  • Extensión de plagas y enfermedades hacia nuevas zonas, debido a los cambios de clima.
  • Pérdida de la capacidad productiva agrícola. 
  • Incremento de la erosión.
  • Desaparición de numerosas especies (más de 1 millón en los próximos 50 años).

La tecnología nuclear, un aliado para preservar la capa de ozono

Los combustibles utilizados en la producción de energía no renovable son limitados, por lo que debemos hacer un uso racional y eficiente de la energía, si no queremos llegar a tener serios problemas de abastecimiento energético y prescindir de todas las tecnologías que usamos actualmente y que requieren de energía eléctrica para funcionar.

Las centrales nucleares son una alternativa limpia, durante su ciclo de vida, es la la tecnología que menos dióxido de carbono emite a la atmósfera en la producción de energía.

Emsiiones de CO2 por fuente de energía durante su ciclo de vida

¿Por qué? Porque una central nuclear produce energía eléctrica mediante un proceso físico, la fisión del átomo de uranio y no una combustión. Por lo tanto, en su operación, no se emite a la atmósfera gases de efecto invernadero ni otros productos de combustión y tan solo muy bajas emisiones de dióxido de carbono cuando se considera su ciclo compelto de vida (desde su construcción hasta su desmantelamiento).

Por este motivo, la energía nuclear es una importante opción tecnológica en las estrategias de mitigación del cambio climático y en la preservación de la capa de ozono.

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